jueves, 22 de julio de 2010

La historia que nadie se atrevió a contarte: Capítulo 4

Hoy salimos a buscar más víveres para poder mantenernos en este refugio unas semanas más, ya casi no hay entes raros en las calles y las guardias nocturnas se están volviendo más tranquilas, pero no hay que confiarnos, gracias a las demás personas que hemos encontrado en las cercanías sabemos que si bien quedan pocos aún son una amenaza fuerte y más en otras zonas. Empiezan a correr los rumores de zonas completamente limpias, sinceramente yo no lo creo, o al menos no creo que sea muy diferente a este lugar. Jamás me imagine viviendo en el techo de un edificio a merced de los elementos pero consiente de que estos no son la mayor amenaza. Mañana me toca dirigir la incursión al hospital militar que está unas calles al sur de donde nos encontramos, espero que todo salga conforme a lo planeado. Ahora, si mal no recuerdo les estaba contando del cantinero enfermo.

***

La ley no escrita más importante del pueblo era que todos se cuidarían, sin importar nada, realmente nada, ni tu propia vida, por ello si alguien se enfermaba todos estarían cerca de el en todo momento, que es algo bueno pero solamente si tienes los cuidados necesarios, cosa que no sucedía aquí, tanta solidaridad no puede ser buena supongo yo. Como era de esperarse el cantinero falleció a las pocas semanas de haber enfermado, y aunque nadie quería admitirlo pero Kirk y yo lo sabíamos había contagiado a la mitad del pueblo, cosa que me pareció muy triste porque sabíamos que les esperaba a todos.

El cantinero cayó a las semanas porque era realmente fuerte a pesar de ser ya algo viejo, pero no todos los infectados no tuvieron la misma suerte, los primeros en caer fueron los ancianos y posteriormente los más jóvenes. Todos fueron sepultados en un pequeño cementerio que estaba en un claro dentro del bosque, el cual se encontraba al este del pueblo. Yo insistí en que incineraran los cadáveres pero parecía les sonó a costumbre pagana o algo parecido, porque incluso recibí una paliza por parte de los hijos del cantinero ese mismo día más tarde, por ese hecho decidí no presentarme al entierro del cantinero, iría más tarde de cualquier modo.

Los siguientes en caer fueron los más ancianos, un abogado y su esposa, ya mayores los dos, fueron los que siguieron al cantinero. No los conocía, pero aproveche para ir al menos a conocer el camino al cementerio. Todos estaban atentos a lo que sucedía en el entierro, menos yo; yo estaba viendo la lápida del viejo cantinero… no podía creer lo que veía, donde se supone que hay tierra bajo una lápida no había más que un hoyo, como si lo hubieran exhumado. No podía decir nada en ese momento ya que los hijos del cantinero sospecharían de mi y creo que no terminaría todo con una simple golpiza.

Más tarde le conté a Kirk, me dijo que dejara de fantasear, todos se hubieran dado cuenta, pero yo sabía lo que había visto, sabía que algo había sucedido en el bosque y que no terminaría aquí si no hacíamos algo al respecto.

Creo que inconscientemente le creí sus historias del virus a Kirk y el esperaba que no fuera así, poco tiempo después ya estaba yo muy alterado, decidí no pararme en ningún funeral para evitar ver tumbas abiertas, cadáveres y lápidas.

Los funerales que siguieron fueron en otros lugares, muchas veces venían los familiares de los difuntos para enterrarlos en otra parte, de hecho creo que todos los demás fueron de ese modo, hasta que murió una anciana que rara vez salía de su casa, la habré visto ¿dos veces? tal vez tres, no lo se. No tenía familia más que sus amigos del pueblo, quienes la llevaron al cementerio del bosque para enterrarla.

Quienes fueron regresaron muy rápido, como si simplemente hubieran lanzado el cadáver en la primera zanja que vieron y hubieran decidido regresar temprano nadie dijo nada hasta semanas más tarde. Parece que al llegar al cementerio se encontraron muchas tumbas abiertas, pero no había marca alguna de que hubieran usado herramientas ni nada similar, parecía que habían sido animales los que hicieron todo el trabajo, al ver eso todos se asustaron y se apresuraron en enterrar a la pobre anciana en una parte un tanto escondida del cementerio.

Cuando me entere de eso decidí ir con Kirk a investigar que había sucedido. Salimos temprano por la mañana para no desperdiciar el día, dejamos al viejo Wolfgan haciéndose cargo de la armería, la temporada de caza estaba por comenzar y ya llegaban los simples aficionados y los expertos de cada año a prepararse. El cementerio no era muy grande, no quedaba mucho de la reja que alguna vez le sirvió de límite y todas las lápidas estaban muy pegadas, para economizar espacio me imagino. La imagen era muy tétrica, el sol apenas había comenzado a salir y la neblina no te dejaba ver muy lejos, si a eso le sumas el hecho de que estas parado sobre bastantes huesos…

Después de revisar las cercanías para ver si había rastros de animales o personas decidimos descansar en la puerta del lugar, ahí fue donde Kirk se dio cuenta de todo. Posiblemente gracias a la prisa de salir de ese lugar no vieron lo que Kirk si, las únicas tumbas abiertas eran las de quienes habían muerto recientemente gracias a la infección que propago el cantinero y absolutamente todas ellas habían sido abiertas desde abajo, como si los muertos se hubieran escapado.

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