jueves, 29 de julio de 2010

La historia que nadie se atrevió a contarte: Capítulo 6

La incursión al hospital del ejército no fue del todo satisfactoria, había poco que pudiéramos usar y salimos de ahí con dos bajas, eran buenas personas. Uno de ellos había sido mecánico y el era quien se encargaba de todo lo que tuviera motor o engranes en el refugio, ahora tendremos que ver como solucionamos ese problema, del otro no se mucho, me dijeron que cuando comenzó la crisis logró escapar de una prisión, no hablaba con nadie y cuando lo hacía las cosas terminaban muy mal para todos, ya que siempre teníamos que separar la pelea y realmente era bueno peleando, pero eso no nos servía mucho ya que meterse contra esas criaturas en combate cerrado puede terminar muy mal. El hospital había sido saqueado por piratas, así me gusta llamarles, gente caótica que aprovechó la ausencia de ley para hacer de las suyas, por lo general solo roban armas y comida, se niegan a unirse a otros supervivientes pero aceptan a cualquiera que abandone su refugio con tal de unírseles. Bueno, estaba contándoles sobre lo que sucedió después de los interrogatorios.

***

Semanas después de regresar al pueblo Kirk me dijo que Áine, su amiga, llegaría por esas fechas, ya la habían reportado desaparecida en su casa y su madre le estaba dando pistas falsas a la policía para ganar tiempo, el que me mencionara ese detalle me hizo pensar que no era la primera vez que Kirk tenía un roce con la ley y realmente no sabía que esperar de su amiga. Kirk quedó de verse con Áine en un restaurante pequeño que estaba unos 3 kilómetros alejado del pueblo y me pidió que lo acompañara. Tomamos la camioneta del viejo Wolfgan, que nos la presto de mala gana porque llevábamos algunas semanas sin trabajar como deberíamos y nos dijo que nos lo recordaría el día de pago, por alguna razón ya no me importaba que no me pagará como antes, no tenía el corazón para despedirnos, ya que a pesar de todo nosotros éramos los que lo cuidábamos cuando se ponía mal.

De camino al restaurante Kirk me explicó que ella era todo un caso, la conoció en un viaje que hizo a Irlanda. Me dijo que no le mencionara nada sobre lo que estaba a punto de contarme, Áine era hija de madre irlandesa y padre español, ambos estaban metidos en malos pasos, la madre vivía de pasar armas ilegalmente a los estados unidos y una buena parte de sus ganancias las donaba al ERI y su padre era parte de una célula terrorista relacionada con el ETA. Kirk no me dijo más, pero saque mis conclusiones, así que deje que Kirk hablara, yo me limitaría a pedir algo de tomar una vez ahí.

Llegamos al restaurante y Kirk me dijo que no debíamos bajar de la camioneta todavía, debíamos esperar un momento, no me dijo por que. Tras unos minutos de silencio sonó el celular de Kirk, contestó rápidamente y en altavoz, del aparato salió una voz con acento que le dijo “Vuelve a la carretera y maneja hacía el norte, con las intermitentes encendidas” Así fue, no se por cuanto tiempo, puede que al rededor de 1 hora. Ya nos estábamos alejando bastante del pueblo cuando el teléfono de Kirk sonó de nuevo “Baja la velocidad, voy a saltar” y colgó… de los árboles que tenía a mi derecha cayó algo en el cajón de la camioneta, no lo vi bien pero me imagine que era Áine ya que en ese momento Kirk apagó las intermitentes y dio la vuelta para regresar por donde veníamos, por una carretera prácticamente desierta.

Llegamos a la armería y estacionamos la camioneta en la parte de atrás, en el camino Kirk me explicó que no debía mencionar nada de esta persona en el pueblo, me dijo que se había escondido en una caja de municiones vacía para ayudarnos a pretender que fuimos a recoger un cargamento. El viejo Wolfgan se dio cuenta de que llegamos un poco tarde y salió de su casa para ver que sucedía, después de interrogarnos sobre la tardanza, porque teníamos un cargamento adelantado y demás cosas nos dejo en paz, por suerte no quiso revisar la caja.

Pasaron lo que quedaba de día hablando en la bodega y yo como autómata, escuchando. No parecían haber perdido el contacto últimamente, ya que no parecían emocionados de verse, cuando en realidad llevaban varios años sin saber el uno del otro, según me contó Kirk. Recuerdo las primeras palabras que Áine me dijo “Ve a dormir un poco, salimos en la noche” y como autómata que era en ese momento fui a dormir un poco. En realidad no pude cerrar los ojos por más de algunos minutos, siempre había algo que me despertaba, el viento cargaba un gemido, un aullido de sufrimiento, y no lo digo en sentido poético, era verdad había algo en el bosque que hacía ese ruido, no eran lobos, ni osos era algo diferente, parecían los lamentos de algún ser torturado. No recuerdo que pasaba por mi mente cuando por la escotilla que tenía el ático se asomó la cabeza de Kirk, solamente me dijo “Vámonos”

Al salir de la armería pensé tomaríamos la camioneta del anciano, pero Áine dijo que era muy ruidosa, no podíamos arriesgarnos a nada, iríamos a pie, no sabía a donde pero antes de salir Kirk me dio una escopeta y me dijo que tomara mi pistola, las necesitaría. De la armería al bosque se hace al rededor de 30 minutos a pie y una vez dentro del bosque hay un camino que nos lleva al cementerio que está casi en el corazón del bosque, me di cuenta de que nuestro objetivo era el cementerio a medio camino antes de llegar al bosque, ¿o solamente estaba especulando?… de cualquier forma, llegamos a la entrada del bosque y el aullido se escuchaba muy cerca, era la bestia del bosque a la que todos tememos de pequeños, lo pensé y no pude evitar reírme, error, en ese momento el gemido se cortó de golpe y volvió acompañado por otros tantos, tuvimos que adentrarnos al bosque hasta que los gemidos se escuchaban a lo lejos.

Seguimos moviéndonos por el bosque hasta que llegamos a una colina que estaba en la parte de atrás del cementerio, podíamos ver como se movían, caminaban lenta y torpemente no había un solo ruido como los que debería haber en el bosque, ocasionalmente uno de ellos aullaba como torturado, la imagen era escalofriante y la neblina que empezaba a bajar no ayudaba mucho.

“Tenemos poco tiempo antes de que la niebla nos quite la visión, Chess tu te encargarás de cubrirnos si se acercan a la colina” me dijo Áine mientras ella y Kirk ponían silenciadores en sus armas, no querían alarmar al pueblo, y mucho menos a sus vecinos. Lo que sigue es fácil de inferir, Kirk y Áine limpiaron el cementerio mientras yo vigilaba por si se acercaban, solamente dispare una vez, fue para eliminar a la anciana que poco hablaba, no estaba en el cementerio, de hecho parece que salió del lugar y se puso a vagar por el bosque, lo que me hizo pensar que no eliminamos a todos.

miércoles, 28 de julio de 2010

La historia que nadie se atrevió a contarte: Capítulo 5

Kirk me dijo que prefería mantener todo esto en secreto, el pueblo no estaba listo para una noticia así, y menos viniendo de un par de extraños como nosotros. La verdad es que tenía toda la razón pero aun así no podíamos quedarnos de manos atadas, era necesario hacer algo, si no por el pueblo al menos por nosotros.

Decidimos ir a la capital para investigar que es lo que en verdad estaba sucediendo, pensamos que si llevábamos una fotos del cementerio sería más fácil que nos creyeran. Optamos por llevar dos juegos de fotos, que sacamos con la cámara instantánea de Kirk… no creí que aún funcionara, ya que me dijo que la compró cuando le pagaron por primera vez en el estudio donde trabajaba. La razón de los dos juegos nos ayudó mucho cuando llegamos a Berlín.

No pretendíamos que fuera un viaje largo, una semana cuando mucho. Jamás en mi vida había visitado Berlín y las circunstancias en las que lo visitaba me impidieron emocionarme, simplemente lo vi como una ciudad más, total, ciudades hay muchas. Pasamos tres días visitando oficinas gubernamentales y e hicimos todo tipo de trámites burocráticos para conseguir una cita con alguien que pudiera ayudarnos. En la mayoría de los casos esos trámites no funcionaban en nada, solamente nos hacían perder el tiempo. El viaje duró al rededor de dos semanas, todo gracias a la red burocrática que cubría las oficinas.

La única persona que nos recibió fue un secretario de algún ayudante de algo del ejército, la verdad es que soy muy malo con los cargos, puestos, rangos o investiduras, hay gente que es mala con las caras, fechas, nombres y demás, pues yo lo soy con las etiquetas, me gusta llamarles así. Ese secretario tomo nuestros datos y se quedo con un paquete de fotos, Kirk me había dicho que no mencionara nada del otro paquete, y así fue, cuando le hicimos creer que era la única evidencia casi se abalanza sobre ella. Al salir de la oficina Kirk me dijo que tendríamos que esperar en el hostal donde nos quedamos por unos días, ya que esa fue la dirección que les dimos al militar que tomo nuestros datos. Antes de regresar a dicho hostal Kirk entró al edificio del servicio postal y el segundo paquete de fotos lo envió a una dirección de Suiza creo, no pude ver muy bien que escribía pero me pareció que uso un nombre falso, eso o no tenía la más mínima idea de la realidad de Kirk.

A los días de haber salido de la oficina donde nos quitaron las fotos llegaron al hostal 4 militares con uniforme y una persona simplemente con traje, entraron casi a la fuerza a nuestra habitación y nos pidieron de la manera menos cordial posible que los acompañáramos a responderles unas preguntas.

Nos separaron al salir del cuarto y nos mantuvieron dos días en la sala de interrogatorios, dormía en un catre que estaba puesto justo cuando entre a esa sala, recuerdo que en ese momento pensé que no sería fácil salir de aquí y no lo haría pronto. Tres días nos mantuvieron interrogándonos, todo tipo de preguntas, todo tipo de métodos y de especialistas pasaron por esa sala, supongo que con Kirk fue igual, no lo vi hasta que nos dejaron ir, lo único que me dijo fue que necesitaba un teléfono. Pensé en decirle que usara el del hostal mientras yo preparaba la retirada pero por la situación en la que nos encontrábamos decidí que sería mala idea.

Salimos del hostal y en la noche ya estábamos en el pueblo, yo me disponía a dormir pero Kirk subió al ático de la armería, que ya era prácticamente mi casa, y me explicó que el paquete con fotos se lo mandó a una amiga suya que vive en Suiza, los militares sabían eso y le dijeron que necesitaban esas fotos también, así que le llamó a su amiga para que no cooperara con el ejército, Me dijo que pronto tendría más noticias de ella, decía que contaba conmigo por si las cosas se ponían feas.

jueves, 22 de julio de 2010

La historia que nadie se atrevió a contarte: Capítulo 4

Hoy salimos a buscar más víveres para poder mantenernos en este refugio unas semanas más, ya casi no hay entes raros en las calles y las guardias nocturnas se están volviendo más tranquilas, pero no hay que confiarnos, gracias a las demás personas que hemos encontrado en las cercanías sabemos que si bien quedan pocos aún son una amenaza fuerte y más en otras zonas. Empiezan a correr los rumores de zonas completamente limpias, sinceramente yo no lo creo, o al menos no creo que sea muy diferente a este lugar. Jamás me imagine viviendo en el techo de un edificio a merced de los elementos pero consiente de que estos no son la mayor amenaza. Mañana me toca dirigir la incursión al hospital militar que está unas calles al sur de donde nos encontramos, espero que todo salga conforme a lo planeado. Ahora, si mal no recuerdo les estaba contando del cantinero enfermo.

***

La ley no escrita más importante del pueblo era que todos se cuidarían, sin importar nada, realmente nada, ni tu propia vida, por ello si alguien se enfermaba todos estarían cerca de el en todo momento, que es algo bueno pero solamente si tienes los cuidados necesarios, cosa que no sucedía aquí, tanta solidaridad no puede ser buena supongo yo. Como era de esperarse el cantinero falleció a las pocas semanas de haber enfermado, y aunque nadie quería admitirlo pero Kirk y yo lo sabíamos había contagiado a la mitad del pueblo, cosa que me pareció muy triste porque sabíamos que les esperaba a todos.

El cantinero cayó a las semanas porque era realmente fuerte a pesar de ser ya algo viejo, pero no todos los infectados no tuvieron la misma suerte, los primeros en caer fueron los ancianos y posteriormente los más jóvenes. Todos fueron sepultados en un pequeño cementerio que estaba en un claro dentro del bosque, el cual se encontraba al este del pueblo. Yo insistí en que incineraran los cadáveres pero parecía les sonó a costumbre pagana o algo parecido, porque incluso recibí una paliza por parte de los hijos del cantinero ese mismo día más tarde, por ese hecho decidí no presentarme al entierro del cantinero, iría más tarde de cualquier modo.

Los siguientes en caer fueron los más ancianos, un abogado y su esposa, ya mayores los dos, fueron los que siguieron al cantinero. No los conocía, pero aproveche para ir al menos a conocer el camino al cementerio. Todos estaban atentos a lo que sucedía en el entierro, menos yo; yo estaba viendo la lápida del viejo cantinero… no podía creer lo que veía, donde se supone que hay tierra bajo una lápida no había más que un hoyo, como si lo hubieran exhumado. No podía decir nada en ese momento ya que los hijos del cantinero sospecharían de mi y creo que no terminaría todo con una simple golpiza.

Más tarde le conté a Kirk, me dijo que dejara de fantasear, todos se hubieran dado cuenta, pero yo sabía lo que había visto, sabía que algo había sucedido en el bosque y que no terminaría aquí si no hacíamos algo al respecto.

Creo que inconscientemente le creí sus historias del virus a Kirk y el esperaba que no fuera así, poco tiempo después ya estaba yo muy alterado, decidí no pararme en ningún funeral para evitar ver tumbas abiertas, cadáveres y lápidas.

Los funerales que siguieron fueron en otros lugares, muchas veces venían los familiares de los difuntos para enterrarlos en otra parte, de hecho creo que todos los demás fueron de ese modo, hasta que murió una anciana que rara vez salía de su casa, la habré visto ¿dos veces? tal vez tres, no lo se. No tenía familia más que sus amigos del pueblo, quienes la llevaron al cementerio del bosque para enterrarla.

Quienes fueron regresaron muy rápido, como si simplemente hubieran lanzado el cadáver en la primera zanja que vieron y hubieran decidido regresar temprano nadie dijo nada hasta semanas más tarde. Parece que al llegar al cementerio se encontraron muchas tumbas abiertas, pero no había marca alguna de que hubieran usado herramientas ni nada similar, parecía que habían sido animales los que hicieron todo el trabajo, al ver eso todos se asustaron y se apresuraron en enterrar a la pobre anciana en una parte un tanto escondida del cementerio.

Cuando me entere de eso decidí ir con Kirk a investigar que había sucedido. Salimos temprano por la mañana para no desperdiciar el día, dejamos al viejo Wolfgan haciéndose cargo de la armería, la temporada de caza estaba por comenzar y ya llegaban los simples aficionados y los expertos de cada año a prepararse. El cementerio no era muy grande, no quedaba mucho de la reja que alguna vez le sirvió de límite y todas las lápidas estaban muy pegadas, para economizar espacio me imagino. La imagen era muy tétrica, el sol apenas había comenzado a salir y la neblina no te dejaba ver muy lejos, si a eso le sumas el hecho de que estas parado sobre bastantes huesos…

Después de revisar las cercanías para ver si había rastros de animales o personas decidimos descansar en la puerta del lugar, ahí fue donde Kirk se dio cuenta de todo. Posiblemente gracias a la prisa de salir de ese lugar no vieron lo que Kirk si, las únicas tumbas abiertas eran las de quienes habían muerto recientemente gracias a la infección que propago el cantinero y absolutamente todas ellas habían sido abiertas desde abajo, como si los muertos se hubieran escapado.

sábado, 17 de julio de 2010

La historia que nadie se atrevió a contarte: Capítulo 3

Una mañana, la recuerdo principalmente porque me levante tarde gracias al ruido de Kirk abriendo la puerta de la armería, llegó Kirk con el periódico que habitualmente compraba por las mañanas. No recuerdo a donde salía a comprarlo, pero salía de madrugada, sin que nadie lo viera, cualquiera diría que seguía consumiendo y a esa hora era cuando iba por sus dosis, digo esto como una especie de aviso ya que si llegó a correr ese rumor.

¿En dónde estaba?… ¡a sí!, cuando llego me despertó y me dio a leer uno de los encabezados de una revista de ciencia que le fascinaba, la verdad nunca me interesaron las ciencias, y no se como le interesaban a un ex alumno de una facultad de filosofía de Alemania. El encabezado rezaba algo así como “Virus S” y según lo que entendí, ya que la revista estaba escrita en lenguaje especializado, es un virus de laboratorio creado hacía ya varios años para usarse en la guerra como armamento químico, ciertas leyes internacionales prohibían su uso pero todos los gobiernos involucrados decidieron continuar con el experimento hasta que un día reportaron perdida una muestra no del virus en sí, sino de uno de los resultados fallidos, según me explicó Kirk esa clase de cosas no se hace de la noche a la mañana, es mucho trabajo de investigación y de laboratorio, después de cada experimento de prueba y si no funciona se guarda la muestra para el archivo y se continua, lo que se perdió fue una muestra de archivo, supuestamente era muy peligroso y para evitar alarmar a la población no se hablarían de los detalles hasta que hubiera forma de controlarla. En ese momento tire la revista y solté una carcajada burlándome de Kirk y su revista subversiva no podía creer que el creyera eso.

Kirk pasó toda la semana intentando explicarme por qué era realidad, recuerdo que uno de los editores y varios columnistas que escribían en dicha revista alguna vez trabajaron en proyectos súper secretos de tal y cual gobierno.

Kirk no se dio por vencido, a la semana siguiente llego con el número de la misma revista y ahora venían descritos los síntomas que tendría alguien con dicho virus, fiebre, dolores en las articulaciones, mareos, vómitos, locura, coma y posteriormente la muerte no se por qué ahora no usaban un término especializado, pero no le tome importancia. Cuando termine de leer el artículo Kirk me dijo que leyera la nota del final de la revista. Una vez más hablaba sobre el virus S, pero ahora agregaba un último síntoma, el director de la revista escribió la nota, ahí se describía que a las 24 horas de que el infectado haya muerto se reanimaría, sería incapaz de hablar y el cuerpo dejaría de necesitar oxígeno para vivir ya que solamente dependerían del virus que tienen en su sistema, en fin, describía el funcionamiento de estos seres como simples semovientes, lentos y torpes. Al final hacía un llamado de estar alerta con toda persona que pudiera tener estos síntomas ya que una ves reanimados no se sabía de que eran capaces.

Meses más tarde mientras intentaba dormir vi un noticiero nacional, donde hablaban de que habían asesinado a unos científicos, posiblemente miembros del crimen organizado. Uno de esos científicos era el director de la revista y el otro fue quien escribió el artículo sobre el virus, gracias al sopor provocado por el noticiero y la hora que era no pude darme cuenta de la coincidencia, que Kirk horas más tarde me hizo notar. El juraba que todo era obra de una conspiración, pero no pude comprender bien de que trataba todo. Mas tarde ese día interrumpieron las transmisiones locales y aparecieron personas del gobierno dando un aviso muy importante decían que había una epidemia de un virus similar al de la gripe, pero más fuerte y altamente contagioso, impusieron un toque de queda y otras tantas medidas que obligaban a la población a estar prácticamente encerrada en su casa. Ya se imaginaran a Kirk, preparándose como si fuera el fin del mundo, agradeciendo que estamos en una armería, y demás cosas que me sacaban de quicio, pero después de varios meses, ya casi un año, de vivir en ese lugar llegue a la conclusión de que era una persona en la que podía confiar, tal vez por esa razón no me incomodaba tanto el hecho de que estuviera como loco.

Un día como cualquier otro, desperté y salí al bar para ver si el amable cantinero, no recuerdo su nombre en este momento, podía prepararme algo de desayunar, era domingo y me sentía con ánimos de ir a ver gente. Al llegar al bar note que estaba cerrado, cosa bastante rara, ya que siempre abría temprano. Antes de que tocará la puerta uno de los vecinos me dijo que el bar no abriría, ya que el cantinero estaba muy enfermo, tenían miedo de que fuera algo grave, pero que estaría bien ya que todos lo estaban cuidando. Y así era, literalmente todos lo cuidaban, tomaban turnos para verificar que no tuviera dificultades y el médico, que en realidad era solo un ex alumno de alguna escuela de medicina de España, lo visitaba tres veces al día.

No me pareció muy sensato que lo hicieran, pero siempre que alguien del pueblo se enfermaba sucedía de esa manera, decirles que pararan era ir en contra de una costumbre casi sagrada, así que me ahorre mis comentarios… por el momento.

martes, 6 de julio de 2010

La historia que nadie se atrevió a contarte Capítulo 2

Cerca de la campiña donde sería el evento a donde iban los jóvenes había una villa, no muy grande, una vez más la llamare aldea. Llegue y a pesar de que nadie sabía quien era, de donde venía o que hacía en su aldea todos parecían agradecer la visita de un extraño.

Pase la mañana en un bar sin pedir nada, necesitaba sentarme y pensar en mi siguiente movimiento. Primero que nada debía ordenar mis ideas, no tenía dinero, trabajo, ni a quien pedirle un céntimo, ¿qué podía hacer? Cuando era menor me gustaba dibujar, no era muy bueno, pero me hacía gracia que a todos les gustaran las caricaturas que les hacía, parecía una buena forma de comenzar, le pedí al cantinero su lápiz y tome una servilleta que tenía cerca, comencé a arrastrar el lápiz hasta que logre terminar algo. Era la cara del cantinero, se la acerque y pareció sonreír. Al poco tiempo ya estaba conversando con todos en el bar, no recuerdo de que iba la conversación pero hubo algo que me intereso, el anciano dueño de la tienda de armas y cacería necesitaba otro empleado, alguien que se hiciera cargo de revisar que todas las armas y objetos delicados estuvieran en buenas condiciones; el viejo no podía ni con su alma, todo el tiempo debía estar cerca de su oxígeno y el empleado que tenía actualmente no sabía nada sobre armas. El cantinero prometió ayudarme a convencer al viejo, por alguna razón confió en mí, cosa que me pareció muy sospechosa, viniendo de un completo extraño.

Dormí en un albergue esa noche, al día siguiente me prepare para conocer al anciano, supuestamente el extraño cantinero ya había hablado con el. Fue cosa fácil solamente me hizo unas preguntas muy básicas sobre armas, cacería y conceptos afines, termino diciéndome Te pondré a prueba este mes, me enterare si me robas, si pasas el mes te duplico el salario y te quedas con el puesto.

Pasó el mes sin mayores problemas, y el anciano me permitió dormir en el ático de la tienda en lo que conseguía otro lugar, tal ves lo único malo que hice en ese mes fue pensar que no me preocuparía por conseguir otro lugar, ya que viviría en el ático hasta que tuviera que irme de la aldea. En ese mes podríamos decir que mi relación con Kirk, el otro empleado de la tienda, fue estrictamente profesional, ya que el esperada encontrarme robando o haciendo lo que no debía hacer para poder quedarse el también con mi trabajo, así podría cobrar doble, no lo culpo. Me parece que al pasar el mes se resignó y una noche después de cerrar el establecimiento me invitó a tomarnos una cerveza en el bar del pueblo, acepte sin pensarlo mucho.

No hubo conversación aquella vez, fue más un monólogo de Kirk, parecía que de verdad necesitaba alguien con quien hablar. Me contó gran parte de su vida, desde como fue que salió de su ciudad y terminó aquí. Nació en Tennesse, en los EUA, no se por que aclaro eso… A los 7 años comenzó a tocar guitarra y para los 15 ya tocaba en una banda de entre blues y “heavy metal” según me explico, ninguna disquera quiso arriesgarse con su banda, así que con el tiempo se desintegro. Paso al rededor de 5 años trabajando en estudios como músico de sesión, a los 20 con el dinero, que tenía gracias a sus múltiples trabajos, pudo largarse a Alemania para estudiar filosofía en alguna universidad de Munich, al parecer sus años de músico le dejaron algo más que conocimientos y técnica, para cuando llegó a Alemania ya era adicto a la heroína, consiguió falsear los estudios de anti doping para ingresar, pero gracias a las políticas universitarias que versaban sobre el consumo de drogas y enervantes no duro mucho, inclusive le impidieron cambiarse a otras universidades hasta que no hubiera manera de constar que estaba limpio. Por alguna razón decidió dejarla y lo consiguió, pero no pretendía regresar a estudiar. Un día viajo a Wacken sin saber exactamente por qué, pero decidió quedarse. Con el tiempo consiguió el trabajo con el anciano Wolfgan, que es donde yo lo conocí.

En una de tantas ocasiones en las que charlábamos mientras hacíamos nuestro trabajo, Kirk me explicó el por que de la aparente felicidad de la gente en el pueblo, parece ser que nadie se acerca a más de 1 metro de un periódico, jamás leen noticias ni se enteran del mundo exterior, es como si el pueblo, o aldea, estuviera completamente aislada. Incluso muchos de los lugareños no querían a Kirk ya que el salía todos los días temprano en la madrugada para comprar el periódico y algunas revistas para la semana, cosa que no me pareció muy descabellada, pero si el precio de la felicidad es ignorar la vida del resto… parece ser que es algo fácil de conseguir. Ese detalle me pareció insignificante en el momento pero, para ser honestos, fue lo que provocó una desgracia en el pueblo.

sábado, 3 de julio de 2010

La historia que nadie se atrevió a contarte: Capítulo 1

Soy Francesco Cesare, hace ya tiempo que no veo la luz del día si no es a través de estas ventanas, no se si la volveré a ver estando afuera. No quiero pensar que estoy perdido aquí con estas personas, que ya no hay esperanza… en el peor de los casos no terminare de escribir estas palabras, así que me apresurare.

Nací en Córcega, en el poblado de Sartè al sur de la isla, cuando cumplí 10 años me fui a vivir a Sicilia con toda mi familia, parecía ser que mi padre había conseguido un buen trabajo para un rico empresario en ese lugar. El era contador y el trabajo en Córcega escaseaba, a mi madre no le gustaba la idea de su nuevo trabajo, pero la necesidad nos obligo a salir de la isla.

Un día, 10 años después de llegar a Sicilia, me entere de que iba el trabajo de mi padre de la peor manera posible; incluso parece de película, el empresario era uno de esos famosísimos capos del tráfico de armas y lavado de dinero en toda Sicilia, necesitaba a una persona que le ayudara con las cuentas, ya que el anterior había tenido un accidente meses atrás. Una noche mientras yo regresaba de cazar unas liebres escuche unas personas discutiendo en mi casa decidí esperar a que cesaran los gritos y maldiciones para entrar, los gritos de mi padre fueron silenciados con el sonido de dos balas, entonces escuche como subían la escalera y lo mismo sucedía con mi madre. Cuando vi la luz de mi habitación encendida decidí esconderme y regresar por la mañana, seguramente me estarían buscando.

Me escondí en un poblado muy pequeño, casi una aldea, donde me entere de que Don Giuliani, como lo llamaban en la aldea, se deshizo de uno de sus hombres, como me dijo el anciano que todo sabía del pueblo Si, si, mató a ese que le lleva las cuentas, y a su mujer, el hijo no estaba… pobre de el si lo encuentran parece ser que el anciano no sabía quien era yo. Un día me cole en casa, aún acordonada por la policía (que levantaría un reporte de robo con violencia, todos en Sicilia sabían que la policía estaba en nómina de Giuliani), y tome algunas cosas que me servirían, dinero, comida y mi escopeta. Necesitaba moverme rápido, pero no podía tomar ninguno de los autos, ni la camioneta, las reconocerían, necesitaba otro transporte, así que me escabullí a casa de Giacomo, uno de mis vecinos y amigos de cacería que también le gustaba pasearse en su nueva motocicleta por toda la ciudad, quería más esa Honda que a su madre, puedo jurarlo. Giacomo, si estás leyendo esto quiero que me perdones, yo robe tu motocicleta y deje que se hundiera en las costas de Palermo para evitar que me rastrearan.

Como ya dije, tome su motocicleta y me fui. No tengo la más mínima idea de que fue lo que hice después, es decir, mientras conducía hacía Palermo, no sabía a donde ir, no tenía dinero, ni nada que me sirviera, solamente sabía que tenía que salir de ésta isla. Sabía que si hablaba con alguien, si me veía algún conocido podría considerarme hombre muerto, por ello cuando llegue a Palermo lo primero que hice fue deshacerme de la motocicleta y esconderme en los muelles, pase días comiendo sobras de pescaderías cercanas y viviendo de algunas limosnas. Al paso de las semanas sabía como funcionaban las guardias de los barcos, sabía horarios y rutas, así que no me costó mucho colarme a uno de ellos con ruta a Nápoles, la ciudad de mis padres.

Dormía en la zona de carga y robaba algunas cosas para comer, si me encontraban y me deportaban una ves que llegáramos a Italia me vería en serios problemas, y el menor de ellos sería la policía. Cuando llego el barco espere a que fuera de madrugada para evitar ser visto, cosa que no funcionó, un guardia se me acerco para interrogarme, o simplemente para darme las buenas noches, me sentía tan amenazado que no pregunte, lo golpee en la cabeza con un tubo que tenía a la mano y le até las manos con las cuerdas de sus botas, mientras no despertara tendría algo de tiempo para correr, tome su arma y municiones por lo que pudiera ofrecerse.

Pase días vagando por las calles viviendo de pequeños trabajos que la gente me daba al momento, sabía que no podía permanecer mucho en un mismo lugar, y menos uno tan cercano. Un día mientras trabajaba sacando borrachos de un bar escuche a unas personas, en su mayoría jóvenes, hablar sobre una especie de concierto en Wacken, una ciudad al norte de Alemania, pensé que sería un buen lugar para empezar la huida, escuche que la forma más barata de ir era por medio de aventones en la carretera, decidí que lo haría de esa forma. Cobre mi último día y salí esperando que alguien decidiera acercar a un completo extraño a esa ciudad, pasaron muchas horas, ya casi oscurecía cuando paso un anciano que llevaría a 3 personas a Wacken, si le daba algo de dinero me llevaría a mi también, le di los últimos euros que me quedaban, tendría que buscar algo que hacer cuando llegará a esa ciudad.

Hable poco con mis acompañantes durante el camino, no quería hablar con nadie si no me veía forzado a hacerlo, solamente quería llegar a donde fuera que pudiera descansar un poco, no había pasado mucho tiempo y ya estaba harto de todo lo sucedido, no quería saber nada del mundo, quería salir de él… pero no podía, tarde tiempo en asimilarlo, pero lo que quería era venganza, quería que aquellos hombres que se cargaron a mi familia sufrieran más que en el mismísimo infierno, y yo sería quien se encargaría de ellos. Aquí es, ¡baja! que ya tengo que regresar, palabras del anciano que nos llevo a Wacken, palabras que me hicieron salir de mis pensamientos para sentirme una vez más motivado, con ganas de lograr algo, aunque fuera algo tan bajo como una venganza.