sábado, 17 de septiembre de 2011

Candados

Llegó al bar al que le tocaba ir a trabajar los jueves, las propinas eran buenas… Trabajaba contando historias, sacando borrachos y sirviendo bebidas, esa noche llego cansado, su mujer hacía unas horas que lo había dejado, se había ido y él no sabía a dónde. No tenía historias preparadas, así que hizo lo que su maestro le había prohibido terminantemente cuando empezó a enseñarle “Jamás cuentes nada de tu vida, terminarás por contaminar todas tus historias y arruinarás tu carrera” Nadie sabía nada de él, así que se imagino que no existiría problema.

Comenzó su historia llevándole tarros de cerveza pura de malta a la mesa de los guardias que recién terminaban su guardia:

Cuando egresó de la carrera de escribano y contador no se imagino nada de lo que les voy a contar, y creo que son de esa clase de cosas que uno nunca se imagina que le sucederán.

Fue en uno de esos viajes, que hizo por causa del trabajo, cuando llegó a tierras de lo que llamaban “El Viejo Mundo” y se tomó la última semana que tenía para conocer más el lugar. No le interesaba mucho conocer la cara turística de los lugares, prefería pasear por donde paseaban los locales, comer donde ellos y, en la medida de lo posible, vivir como uno más de ellos.

Reservó una habitación en una casa de asistencia en el centro de la ciudad y, aunque tenía todos los servicios, lo cierto es que sólo la usó para medio dormir durante esos diez días. Un día mientras caminaba por el extraño complejo de puentes, que parecía una madeja mal enredada, vio en uno de los nodos un anciano contando historias del lugar a los turistas, pensó en pasar de largo pero las siguientes palabras lo hicieron detenerse:

y es por eso que hay tantos candados en todos los barandales de estos puentes, cientos… ¡NO, miles de candados!

En ese instante miró a su alrededor y descubrió que lo que decía aquel anciano era verdad, se veía rodeado por miles de candados, candados hasta donde alcanzaba la vista.

Cuando todos los turistas se alejaban le preguntó al anciano por dicha leyenda y este de mala gana se la volvió a contar, no le puso atención y el anciano al final decidió que no valía la pena perder su tiempo con un juglar de clase como se hacía llamar a los de su gremio, aunque los dos hicieran exactamente lo mismo, sólo que uno no era callejero.

Regresó de su viaje y fue con ella, desempolvaron la relación y con el paso de los meses lograron algo, pero él no sabía que hacer al respecto, y fue esa falta de pantalones y de decisión lo que hizo que lo dejara. Al poco tiempo no volvió a saber de ella y él regreso al viejo mundo. Encontró al vagabundo anciano que hacía años contó esa historia dormido en el mismo nodo del puente, le quito uno de sus candados, lo colgó en el barandal, se guardo las llaves en el bolsillo y se lanzó al río. La corriente no permitió escuchar si sobrevivió a la caída, se dice que lo logro y que ahora vive en una comuna debajo del puente.

Esa fue la última noche que le permitieron seguir contando sus historias, su maestro sabía de lo que hablaba cuando le decía que todos los colores debían permanecer dentro de su cuadro, no podía mezclar su vida con sus historias.

Río

sábado, 10 de septiembre de 2011

090911

“090911 …standing on a hill in the mountain of dreams, telling myself it's not as hard as it seems…”

Ese era el tatuaje que él llevaba en el hombro izquierdo, con tinta negra y sombreado en verde. Pocos conocían el origen de ese tatuaje, aunque a decir verdad sólo sabían la razón de la frase, el número permanecía en el misterio.

Era curioso ver el tatuaje, a simple vista podía darse cuenta uno que el número fue acoplado tiempo después, y que la frase había sido retocada en varias ocasiones para que no perdiera el color.

¿Por qué tienes ese número tatuado?

Larga historia, pero créeme, cuando te suceda algo que lo amerite también te tatuarás uno… No creo que igual, pero lo harás.

Esa era la única explicación que daba, y la verdad nadie entendía que era lo que eso quería decir. Sospechaban que era su número de tarjeta de banco, otros hablaban de que era un código templario (sí, por estúpido que suene) y otros tantos decían que era una fecha… ¿Una fecha? ¿Qué tenía de especial esa fecha? Claro, en caso de que verdaderamente fuera una fecha.

De ser así, eso fue ayer… ¿Qué sucedió ayer?

jueves, 8 de septiembre de 2011

15 años más tarde

Llevaba varios meses trabajando para aquél prestigioso despacho especializado en demandas de responsabilidad civil. En sus tiempos de estudiante parecía prometer mucho en el ámbito académico y catedrático, pero decepcionó a casi toda la planta de profesores de la facultad cuando declinó su oferta de convertirse en profesor mientras estudiaba su doctorado. Decidió salir de la ciudad e irse a pelear a los tribunales.

Después de varios meses peleando por multas de poca monta le llamaron del mencionado despacho, habían aceptado su CV y empezaba a trabajar la semana siguiente.

Las cosas pasaron sin pena ni gloria en un principio, era una ciudad nueva que aún tenía espíritu de pueblo (no sé si eso sea bueno o malo), no todos se conocían, pero siempre tendrías la certeza de conocer a alguien que te presentara a los demás, siempre.

Aquel día lo enviaron a investigar por tres expedientes de los que hacía tiempo no se sabía nada. Eran demandas por varios millones de dólares contra tres empresas del mismo grupo. Durante muchos años se habían dedicado a contaminar una presa, a sabiendas de que gracias a ese cuerpo de agua subsistía casi la mitad de la población de la ciudad.

Éste joven llego a los tribunales, hizo las preguntas que debía hacer, busco las transcripciones del juicio y demás documentos. No consiguió nada, no podía regresar a la oficina con las manos vacías, así que llamó y dijo que regresaría en una semana con los documentos solicitados, al ver tal nivel de decisión sus jefes no se lo impidieron.

Paso una semana haciendo preguntas y buscando personas, llego un momento en el que se dio cuenta de que había gente observándolo, ¿cuidándolo? No, no era posible.

Pasó la semana y lo único que se supo de él fue que aparentemente había tenido que regresar a su pueblo debido a que su padre había fallecido, regresaría dos semanas después para poder estar con la familia. Al menos eso decía la carta enviada a sus jefes.

15 años más tarde

Un equipo de investigación científica que estaba analizando una vieja presa de lo que mucha gente llamaba “El Chernóbil local” encontró una caja de metal hermética con un cadáver dentro. Los registros dentales eran los mismos del joven que fue a visitar a su familia atrás.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Llovía

De esto ya hace un tiempo.

Era de noche, llovía, había más bebidas que personas, también tabaco y otras cosas. Encendí el último cigarro y le di una larga calada, el mareo llego poco a poco. Tenía una cerveza abierta y no me apetecía seguir bebiendo, sin embargo lo hice.

Las voces de todos empezaron a distorsionarse, hasta que desaparecieron del todo… Sólo escuchaba la lluvia, no quería escuchar nada más. A lo lejos podía ver unas luces ¿De qué? Luciérnagas, pequeños destellos de luz que parecían lejanos pero en realidad estaban muy cerca.

Me recordaron a ti, pareces tan lejana e inalcanzable… Pero cuando recuerdo el pasado me doy cuenta de que es posible que seas como una luciernaga, pareces distante pero en realidad estás cerca, bastante cerca.

Siguió lloviendo y seguí bebiendo, deje de escuchar voces, deje de escuchar lluvia, deje de ver las luces… Momentos más tarde había una gran luz que no me permitía seguir durmiendo, aunado a ello un dolor de cabeza impresionante.

Llovía, y aún llueve.