No pasaban de las 5 de la tarde, y ella ya no sabía que hacer. Después de 20 años empiezas a pensar en otras cosas, te das cuenta de que la vida no es como la imaginaste, pero sabes que es estúpido pensar así porque aún te falta mucho por vivir.
Harta de las mismas tonterías de siempre salió de su casa, entre gritos y platos rotos nadie escucho el sonido de las llaves, tampoco el de la puerta. Camino sin rumbo por un par de horas, que le parecieron apenas unos minutos. De pronto se encontró perdida, a pesar de que sabía exactamente dónde estaba. Esa sensación de saber que es lo que quieres hacer y saber que lo puedes hacer, pero no sabes si tomar la decisión de hacerlo o no.
Recordó los gritos de su padre de la última vez que escapó ¡Haz de regresar, tarde o temprano! y así fue. Esta vez sería diferente, no pensaba seguir viviendo esa vida, ¿vida? ¿sin la libertad de decidir que hacer con tu tiempo y tu vida? ¿era eso vida?
Cayó la noche, ella regresó a su casa, pero tal cual se lo había prometido horas antes, sería diferente. Salió de casa minutos más tarde, en una maleta llevaba pinturas y lienzos, en la otra sólo un cambio de ropa. Pero más que nada llevaba la esperanza de demostrarle a la gente de lo que era capaz y de lo errados que estaban.
¿En verdad necesitas el apoyo y la aprobación de la gente para ser tu mismo?
“El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.” Friedrich Nietzsche